El legado internacional

En 1885, la noticia de que el niño afectado por la rabia había sobrevivido gracias a la innovadora vacuna desarrollada por Louis Pasteur llevó a que miles de personas, que habían sido mordidas por animales rabiosos, pudieran beneficiarse de un tratamiento que, hasta entonces, no existía.

El éxito del descubrimiento de Pasteur animó a los franceses a vacunarse contra la rabia y la ventana que abría esa posibilidad también impulsaba la ciencia de la época.

Para cumplir con la demanda de vacunas antirrábicas y, a su vez, para continuar investigando sobre tratamientos para otras enfermedades, el científico y la Academia de Ciencias de Francia hicieron un llamado internacional en 1886 para captar fondos. El objetivo era crear una organización sin fines de lucro para seguir produciendo vacunas contra la rabia y para avanzar en el estudio de otras enfermedades infecciosas.

El propio Pasteur visitó a personas influyentes que creía que podían estar interesadas en la causa. Así fue que atrajo los aportes de personalidades como el barón Edmond Rothschild (filántropo y coleccionista francés), Marguerite Boucicaut (dueña de la reconocida tienda parisina Le Bon Marché) y el zar Alejandro III de Rusia. 

Ilustración publicada en 1885 que retrata a Louis Pasteur aministrando la recientemente creada vacuna contra la rabia.

La convocatoria fue tal que incluso comenzaron a llegar donaciones de personas con pocos recursos. El propio Meister (el primer niño curado por Pasteur) y su padre, un trabajador rural, donaron once francos entre los dos.

En un par de años se reunieron 2,5 millones de francos, que permitieron la compra del terreno y la construcción del edificio del centro de investigación que aún se mantiene en el mismo lugar en París y que lleva su nombre: Institut Pasteur. "Será simultáneamente una clínica para el tratamiento de la rabia, un centro de investigación de enfermedades infecciosas y un centro de enseñanza", lo definió Pasteur en una oportunidad.

Uno de los primeros hitos del Institut Pasteur, y el último de su creador, fue abrir el camino hacia la erradicación de la difteria, una grave enfermedad infecciosa que afectaba a los niños y provocaba fiebre, debilidad y dificultades respiratorias. Entre los primeros científicos que contrató Louis Pasteur se destacan Émile Roux y Alexandre Yersin, quienes lograron identificar cómo la difteria inundaba el cuerpo con toxinas. Esto fue clave, no solo para el tratamiento de la enfermedad, sino también para la creación de una vacuna.

El edificio del Institut Pasteur de París se encuentra en el mismo lugar desde su creación.

En años previos a la muerte de Pasteur (en 1895), el químico había sentado las bases, junto a otros colegas, para la formación de una red internacional de institutos que involucrara la creación de otros centros satélite. Mientras vivió, surgieron los institutos de la ciudad Ho Chi Minh, en Vietnam, en 1891; en Túnez, en 1893; y en Argelia, en 1894.

Posteriormente se sumaron más centros de investigación a esa red que, incluso, llegó a países que no habían sido colonias francesas. Así surgieron institutos en Estambul (Turquía), Río de Janeiro (Brasil), Atenas (Grecia), Teherán (Irán) y San Petersburgo (Rusia). En Uruguay se creó el Institut Pasteur de Montevideo en 2006.

Actualmente, la Red Internacional de Instituts Pasteur está conformada por 33 centros en 25 países y sus científicos han sido reconocidos con diez Premios Nobel, otorgados entre 1908 y 2008. Si bien la red incluye científicos de las áreas más variadas, desde hace más de un siglo la investigación multidisciplinaria que se realiza en todos los centros mantiene un foco importante en el combate de enfermedades infecciosas, además de sumar otros objetivos como enfermedades emergentes y resistencia microbiana, entre otros.

El Institut Pasteur de Montevideo se ubica en Malvín Norte.

De esta forma, quienes trabajan en los distintos institutos Pasteur mantienen vigente el legado de su creador: combinar la investigación con la educación y dar prioridad a la ciencia que beneficie la salud pública.

Louis Pasteur murió en París, el 28 de setiembre de 1895, en Marnes-la-Coquette, Francia. Nunca recibió un premio Nobel por sus aportes, porque los galardones fueron creados recién en 1901.

"Louis Pasteur no fue médico ni cirujano, pero nadie ha hecho tanto como él en favor de la medicina y de la cirugía". Henri Mondor, escritor y médico francés.